Día del padre, en privado. 2



Todo iba bien, pero no contaba con un detalle. Mi hermano Alberto también era papá! Mi cuñada le entregó un regalo, mi madre otro y yo no llevaba nada. Como era posible que lo hubiera pasado por alto. Siempre hemos sido muy unidos, en verdad me sentí mal.

Cuando fuese mi turno de felicitarlo y de entregarle su regalo, me tuve que limitar a poner el pretexto de que a mensajería no había entregado su regalo en tiempo y que se lo haría llegar en la semana…

- Sabes como te quiero pero pues no llegó!, te prometo dártelo en la semana. Lo siento hermanito… le dije al tiempo que lo abrazaba de nueva cuenta.

- No te preocupes, ya tendrá que ser doble!, decía mientras reíamos de la situación.

Pasados unos minutos, me levanté para ir al sanitario. Estaba por abrir la puerta cuando Roberto me toma por la espalda y me dice al oído:

- Preciosa, no te olvides de decirme cuál va a ser mi sorpresa? Me tienes intrigado.

- Papi, por supuesto, te va a encantar. La tendrás el jueves, te mandaré mensaje con todos los detalles… dije yo.

Entre al baño. Vaya lío, no había ninguna sorpresa preparada, no había pensado en nada todavía y lo peor, ya Roberto estaba esperando algo para el jueves. 

- Ay Ivonne!!!, en las que te metes… Me dije.

Debía de pensar en algo y rápido. Pero que no fuera común, algo que no hubiéramos hecho en algún otro encuentro. Me lave las manos y me dispuse a salir. 

Abro la puerta y me aborda Alberto hablando en voz baja y tomándome de la mano…

- Hermanita, en verdad que te ves muy bien hoy. Ya se que quiero de regalo!

- Qué quieres querido?

- Quiero que me ayudes a jalármela. Ya tiene más de un año que no lo hacemos. No quiero que se pierda esa rica tradición. Qué dices?

Alberto y yo siempre fuimos muy unidos. Le llevo poco más de un año. Desde chicos compartimos todos los juegos y travesuras cuando mis padres estaban fuera de casa trabajando. Crecimos y pues los juegos cambiaron un poco. Yo trabajando de edecán y haciendo algo de modelaje, cambie mi forma de vestir. El comenzó a verme de otra manera, como mujer. Me espiaba mientras me cambiaba y buscaba hurgaba mis cajones de ropa interior. 

Las cosas fueron siendo cada vez más sexuales, seguíamos muy unidos pero ahora de otra forma. Yo dándome cuenta de esto y con las experiencias que vivía en el trabajo, trataba de pasarlo por alto. Pero algo sentía diferente, me gustaba saber que lo excitaba. Así pasamos de miradas a cosquillas, y después a tocamientos un poco más largos. Llegó el día que lo descubrí masturbándose con mi tanga sucia. La había hurtado y la olía y sobaba sobre su pene erecto. Lo vi por la puerta entreabierta de su recamara, no olvido esa excitante imagen. Di el paso del que nunca pude regresar, entré y en lugar de regañarlo o enojarme, tome su pene en mi mano y comencé a subir y bajar lentamente. Lo estaba masturbando. 

Así pasó el tiempo. No lo hacíamos frecuentemente, tal vez una ocasión cada par de meses. Me rogaba que lo “ayudara”. Con el tiempo y los años le fuimos poniendo algunos aderezos. Verme en lencería, sacarme las tetas, mostrarle los bellitos de mi conchita, chuparme un pezoncito, tocarme las nalgas. Lo que nunca ha habido es penetración. Y no porque el no lo quiera, pero es una barrera que no quiero romper. Al fin del día es mi hermano no?, bueno; medio hermano. 

Regresando al punto, que debía hacer? La idea no era mala, me excitaba que me lo pidiera. 

- Pero que te pasa? Que tu mujer no te atiende bien?... le dije fingiendo algo de molestia por su petición.

- Si, bueno, no mucho. Desde que está el bebé no me hace mucho caso. Aparte es lo que quiero de regalo del día del padre. Anda, di que si y busco el momento… me dijo.

- O sea ahorita? Quieres que lo hagamos ahorita? Aquí?

- Si hermanita, estoy ardiendo. Di que si y yo me encargo de todo.

Las piernas se me doblaban, creo que hasta estaba sudando frio. Con la mano que tenia sujeta la mía, me la acercó a su cuerpo haciéndome sentir su miembro erecto bajo el pantalón.

- Estas loco!... estamos locos!... le dije, mientras me solté de su mano y tratando de tomar compostura me dirigí a la sala con todos los demás.

Mi mente daba mil vueltas, estaba excitada, nerviosa, caliente, abochornada. Tomé mi copa de vino y la acabé de un sorbo. Javi notó mi nerviosismo y me dijo…

- Vaya, en verdad hace calor, verdad Ivonne?

- Si mi amor, no se que me está dando. Me sirves un poco más de vino y algo de agua con hielo por favor? 

Javi se dirigió a levantar mi copa y luego al bar. Alberto regreso a la sala y me lanzó una mirada interrogante, solo necesitaba mi aprobación. Tome un poco de aire y casi como por descuido asentí la cabeza mirándolo fijamente. Había accedido al plan de Alberto, iba a masturbarlo en casa de mis padres como lo hacíamos hacía años. Mi cuerpo hervía y mi sexo lo sentía innegablemente. Alberto tomó las llaves de su auto y salió, argumentado iba por unos papeles. Ambos son abogados, por lo que revisar papeles con él y con mi cuñada es cosa común. La reunión seguía entre platicas y risas. Incluso estaban ya haciendo parejas para jugar dominó.

A los pocos minutos Alberto regresó con un sobre en mano. 

- Hermana, aquí está el contrato que me pediste. Si quieres te lo explico de una vez para que te lo lleves. Al rato con otro tequila no quiero que se me olvide.

- Gracias, pero ahorita?... le dije.

- De una vez, antes de que se haga tarde, nos tendremos que ir temprano para dormir al bebé. 

Hice una breve pausa, cuando interrumpe mi padre.

- Güera, vean eso de una vez y regresan para jugar. Así ustedes son la pareja que entra al quite.

Vaya, ahora resulta que todo cuadraba, teníamos permiso de ausentarnos un rato. Alberto no tardó en contestar…

- Perfecto, nos apuramos entonces. Hermanita, lo vemos arriba para explicarte bien. 

Me levanté, tome mi copa de vino y me dirigí hacia las escaleras. Alberto venía unos pasos atrás de mi. Comencé a subir lentamente algunos escalones. Instintivamente voltee la vista atrás como buscando la aprobación de mi padre. Cual fue mi sorpresa, mi hermano veía con descaro mi trasero y mis piernas, mientras que al fondo estaba mi papi también disfrutando del espectáculo. Conozco esa mirada en él, esa mirada de deseo.

Seguí subiendo la escalera, mi cuerpo se contoneaba por inercia, no trataba de ser sensual, pero es mi naturaleza. Al llegar al segundo piso, mi hermano de nuevo me tomo de la mano y me dirigió al que antes era su recamara. Entramos y cerró con seguro la puerta a sus espaldas. 

- Gracias hermanita, estoy que reviento y tu te vez deliciosa hoy. 

- Tu crees?... Le pregunté al tiempo que daba unos pasos adelante y le modelaba un poco mi vestuario. Contoneaba mi cuerpo, haciendo que mis nalgas se vieran más pronunciadas al arquear mi espalda. Mi senos parecían querer romper la camisa. 

- Por supuesto, mira como me tienes… Dijo mi hermano mientras dejaba los papeles sobre la cómoda y rápidamente desabrochaba su pantalón. Lo dejó caer hasta las rodillas. Bajo su boxer se marcaba su miembro totalmente duro. 

Con su mano tomo el boxer por la cintura bajándolo para descubrir ante mi su hermosa pija. La recordaba perfectamente, ligeramente curveada a la derecha. Con su glande hinchado y ya con algunos jugos mojando discretamente de la punta. 

Me senté en la cama y separando las piernas un poco, lo recibí frente a mi. Su pija quedaba a la altura de mis tetas. La tomé con mi mano y comencé a deslizarla de arriba a abajo. Desde el glande hasta la base de su duro tronco. Estaba totalmente rasurado lo que hacía se viera muy limpio y viril. Lo mire a la cara, cerraba los ojos por instantes, estaba sintiendo mucho placer. 

- Déjame ver tus tetas!... me indicó.

No había mucho que hacer, con la mano que tenía libre, desabotoné mi blusa, dejando ver mis senos turgentes bajo la fina tela del brassiere transparente de color rosa. Mis pezones apenas salían por encima, quedando los botones erectos marcados y prisioneros bajo el encaje. Me toque los senos dándome masaje, haciéndolos lucir para él. 

- Sácatelas!, déjame ver tus pezones!... dijo.

Yo no cuestionaba nada, estaba a tope de caliente haciendo que mi hermano sintiera placer y viendo como lo disfrutaba. Jalé para abajo un poco la media copa, saltando de inmediato mis duros e hinchados pezones. Estaba masturbándolo con las tetas al aire, como siempre le había gustado. 

De pronto quita mi mano de su pene y lo toma con la suya. Comienza a darle más ritmo al sube y baja. Su mirada está clavada en mis tetas. Acerca su mano para tocarme, se lo permito, quiero sentir como me toca. Cada vez estoy más excitada, lo puedo sentir en mi entrepierna. Sin dejar de jalársela, dice…

- Súbete a la cama, quiero ver tus piernas y tus pies.

Me hice para atrás sobre la cama subiendo todo mi cuerpo y dejando mis pies colgado sobre el borde, muy cerca de su miembro. Con su mano toma mi pierna derecha separándola un poco, la sube y comienza a besarme la pantorrilla, bajando hasta llegar a mi pie y mi zapatilla. Besa y chupa mis dedos, lame el tacón. Yo solo me limito a jadear un poco, estoy sintiendo delicioso viéndolo hacerlo. Estoy sobre mi espalda, mis piernas hacia arriba. Me toco los senos animándolo a seguir y a explotar. 

- Baja los pies, quiero acabar en ellos!

Seguí su instrucción rápidamente, con su mando colocó mi pie derecho en su entrepierna, tocándole los testículos. Tenía clavada mi zapatilla ahí, con miedo a lastimarlo traté de retirarla un poco, pero él la clavó más sujetándome por el tobillo con su mano izquierda. Mi otra pierna descansaba sobre su pecho, dejando mi pie a la altura de su cara. Su mano derecha daba más fuerza y rapidez a los movimientos. Se la estaba jalando delicioso. Quería acabar sobre mi pie y zapatilla. 

- Acaba papito, dame toda tu lechita, quiero sentir tu lechita mi amor… dije yo mientras me seguía acariciando lascivamente las tetas. 

- Ah, ah! Ahhhhhhhh!...

Solo sentí un chorro caliente de leche derramar sobre mi pie y mi tobillo. Alberto había acabado delicioso, su cara era de éxtasis. 

Nos quedamos así por un minuto, disfrutando lo que habíamos hecho. Alberto se separó liberando mi pie. Torpemente tomo una toalla que estaba en la silla. Me la acercó para limpiarme. Me incorporé y quitando mi zapatilla, comencé a limpiar el caliente néctar que me habían ofrecido.

- No me vas a limpiar a mi hermanita?

- Después de que manchaste mi zapato? Primero límpialo!.. le dije de manera burlona, por algo soy la hermana mayor. 

Tomo mi zapatilla y se la llevó a la boca. Con la lengua comenzó a lamer las gotas de semen que había depositado en ellas. Esa imagen me acabó de mojar, era excitante saber a que grado lo tenía a mis pies. Literal.

Acabó, bajo la zapatilla y se me acerco. Tomé la toalla y limpie su pene. Ya estaba bajando su erección, lucía hermoso y viril. 

Tan solo dimos un suspiro, se apresuro a ponerse el boxer y el pantalón. Yo me acomodé las tetas y abroche la camisa. Me puse la zapatilla y me arreglé un poco el cabello frente al espejo. 

- Eres la mejor, hermanita… dijo cariñosamente mientras me daba un beso en la mejilla. 

Salimos junto de la habitación, yo traía el sobre con los papeles. Bajamos de nuevo a la sala. No sabía cuanto tiempo había pasado. Cuando mi padre nos ve comenta…

- Ya tan rápido? Pensé que tardarían más!

- El contrato estaba prácticamente listo, no necesitaba mucha explicación en los detalles… Dijo Alberto.

- Apenas vamos en la segunda ronda, no tardaron ni diez minutos, jajaja!... exclamó Roberto.

No sabíamos que había sido tan rápido. Alberto me volteo a ver asombrado, yo solo pude reír un poco. 

- Es que somos muy rápidos papi! Jajaja… dije.

Probablemente había sido la vez que menos había tardado en “ayudar” a mi hermano Alberto a masturbarse, no había tardado nada en hacerlo acabar. Habría sido la excitación del momento y la falta de cariño de mi cuñada lo que lo tenía así, cargado y listo para explotar. Lo que si me tenía orgullosa, era saber lo que provocaba en él, y lo que eso provocaba en mi. 

Bueno, la deuda del regalo ya estaba saldada, pero todavía tenía que pensar en lo que había prometido a mi papi. Lo conozco bien y no iba a dejar de estar preguntado cual sería su sorpresa especial. La tarde acabó de manera tranquila, pero yo no lo estaba tanto. Estaba muy excitada y caliente, cuando tengo mi regla algo pasa en mi que me pongo mucho más cachonda que de costumbre. Regrese a casa con la mente dando vueltas a mil.

A la mañana siguiente, yo ya en la oficina; recibo la anunciada llamada:

- Hola?

- Güera! Cómo estás? Cómo amaneciste?

- Bien papi, tú como estás? Cómo anda la resaca? Jajajaja… le dije burlonamente. Los vinos y bebidas del día anterior habían sido generosos y bastos. 

- Para nada, ya me conoces, fuerte como un roble. Y ni siquiera fueron tantas, jajajaja. Oye, ahora si ya me vas a decir cual es mi sorpresa? Ya estoy listo para el jueves, pero quiero saber cual es el plan para organizar mi agenda. 

- Jijiji, no comas ansias!, jajajaja. En verdad quieres saber papito? Quieres saber que idea tengo?

- Claro que si mi amor, sabes que muero de ganas. De solo pensarlo…

- Está bien, déjame acabar de planearlo y te mando mensajito en un rato. Está bien?

- Ivonne, en verdad? No me vas a decir?

- Te prometo que si, no pasa de hoy. No seas impaciente, prometo te va a gustar. 

- Está bien, avísame lo antes que puedas para organizarme… Oye, y puedo invitar un amigo, le puedo decir a Gabriel?

- Jajajajaja, para esta sorpresa no, será privada, solo tu y yo. 


Continuará...


Besitos


Dra. Tentación



Fotos: twistys.com


Imágenes solo de carácter ilustrativo y propiedad de sus creadores originales.



















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