Día del Padre, en privado…
Llegó ese día de celebrar a los papás, de estar con ellos y consentirlos. Nada que ver con las fiestas y comidas tan grandes y animosas que se hacen para celebrar a las mamás, pero es justo apapacharlos a ellos también. A mi de hecho me da un poco más de gusto celebrar a mi papi que a mi madre, y más de unos años a la fecha, donde las festividades han tomado una nueva dimensión. La de la pasión que nos une y el disfrute que ambos sentimos. Siempre he sido su hija consentida, no importando el no sea mi padre biológico. Bien dicen, es más padre el que cría que el que engendra, y estoy segura de eso.
La cita estaba hecha, domingo de comida en casa, compartir, brindar y partir un pastel. Algunos regalos y pasar la tarde con la familia. Mis dos hermanos estarían presentes. Alberto con su esposa y su crío; y Javi, mi bebe consentido. Mi madre ya había organizado todo para no tener que trabajar mucho en las labores de la cocina y en verdad sentarnos a disfrutar el día.
El plan era hacer un asado, pasar el día en el jardín y la alberca. Aprovechar el sol y el estar todos juntos, unidos.
Mi mente de inmediato se activó y comencé a prepararme para el acontecimiento. La cita era al medio día. Camino de mi oficina a casa iba pensando: Qué vestido me pondría? Algo holgado y vaporoso o mejor un short tipo bermuda más entallado. Una blusa abotonada al frente y zapatillas altas? Mi cabeza daba vueltas, yo solo quería que mi Roberto, mi papi; me viera muy bonita y arreglada para él. Y el traje de baño? Un bikini que exaltara mis curvas o mejor un traje de baño de una pieza escotado al frente y en la espalda. El solo hecho de pensarlo me comenzaba a emocionar, cuando de pronto: como balde de agua fría, mi mente paró por completo…
- Pero que estoy haciendo, si la reunión es familiar!
Así era, no podía presentarme muy sensual ni provocativa. No podía ir con un bikini en tanga de los que Roberto me regalaba. Debía ir vestida de acuerdo a la ocasión. Imaginaba la situación y no podría arriesgar nada. Pensar que Alberto o Javi me estuvieran devorando con la mirada como lo hacen, me calentaba pero al mismo tiempo me daba corte. Ya veía la cara de susto de mi cuñada persignada y los comentarios de mi madre:
- Ivonne, que clase de ropa es esa? Qué quieres parecer? Acaso no tienes ropa decente? Apenas y te cubre. Ve y cámbiate de inmediato… Chamaca malcriada, aquí no vas a andar vestida de zorra, respeta a tus hermanos y a tu padre! Es eso lo que yo te he enseñado?
Definitivamente no era mi intención que la reunión acabara en pleito.
Después de algo de tráfico y mil ideas en la cabeza, llegué. Era mejor revisar en mi armario que opciones podría encontrar. Si iba a presentarme con un vestuario más “familiar”, pero de ninguna manera dejaría de ser como yo misma. Así me conocen de toda la vida, saben que soy liberal en mi forma de vestir y que me gusta ser sensual.
Subí al closet (si, ese que mi papi me ayudó a diseñar, recuerdan? Jijiji), saqué un par de vestidos, un par de blusas y unos shorts. Encendí la TV, me quité las zapatillas y me dirigí a la cocina por una copa de vino. Necesitaba relajarme un poco.
Al volver, tomé el mando y cambié los canales. Llegué al canal de videos, donde pasaban a Thalía cantando: “y si no me acuerdo no pasó”. Sería una señal, pensé? Jajaja. Dejé el mando, algo de música me caería muy bien. Me dispuse a probarme la ropa que había sacado antes. Un sorbo más al vino.
Desabotoné mi pantalón y bajé el cierre. Ya para esta hora y después de todo el día en la oficina, mi cuerpo pedía ser liberado. Lo bajé por mi trasero con algo de trabajo ya que me gusta usar los pantalones bien pegados. Tomé mi tanga por los costados y estirándola para arriba la acomodé en su lugar. En el espejo a un lado de mi noté como se me clavaba en la concha y me marcaba el pubis. Me gustaba como se me veía. Hice lo mismo con la blusa, quedando solo el delgado brassiere que hacía juego con la tanga. Volví a verme en el espejo, en verdad me gustaba lo que veía, esa lencería me hacía ver muy bien!
Tome el primer vestido, era de color blanco, muy vaporoso y holgado. Llegaba hasta la rodilla, se entallaba en el torso y el busto. Se veía bien, pero no estaba segura. Me lo quité y fui directo por el short tipo bermuda. Este se veía mucho mejor, llegaba a medio muslo y hacía lucir muy bien mis nalgas. Me probé una blusa delgada de malla, transparente en color negro. De las que se usan para dejar mostrar el brassiere. Se veía realmente bien, pero no iba con el plan…
- Ivonne, quedamos que es plan “familiar” no recuerdas?... me dije a mi misma.
Me la cambié y tome la otra, una blusa blanca tipo camisa de hombre. La calcé dentro de la bermuda. Me mire al espejo…
- Si, pero puede estar mejor… me dije.
La opción esta obvia, me gustaba lo que veía pero estaba muy tapada, a mi papi le gusta verme un poco más de piel. Me quité la bermuda y me puse el otro short. Este era mucho más corto, por atrás llegaba justo un par de centímetros debajo de la nalga, lo que lo hacía muy adecuado. Igualmente calcé la camisa por dentro y listo! El espejo no mentía, era el vestuario indicado! Estaba segura de que le encantaría a Roberto. Me miraba por todos los ángulos pero hacía falta algo. Exacto!, las zapatillas. Me dirigí al armario de nuevo donde saqué unas de las zapatillas que mi papi me había regalado. Eran altas, de tacón muy delgado y sujetaban mi pie con tan solo un par de tiras de piel. Le encantaba que tuviera mis pies “desnudos”, como el las llama, zapatillas desnudas. Me las puse, y volví al espejo. Vaya que me veía bien, esos zapatos en verdad estilizaban mi figura, hacían que mis nalgas se vieran aún más paradas, mi torso se veía recto y mis senos lucían desafiantes bajo la blusa. Era el vestuario idóneo para la celebración.
Ahora la segunda parte, qué traje de baño elegir? El problema no estaba en buscar opciones, tengo muchos, en verdad muchos. A mi padre le encanta regalarme bikinis y lencería. Pero por supuesto, no son muy “familiares” que digamos. La mayoría son muy diminutos, de hilo dental. Son los que le gusta que use para él. Los top apenas tapan mis pezones y las tangas mi sexo. Algunos son solo un cubre sexo, diría yo. Buscando un poco, encontré un traje de baño completo color negro con algunos diseños de grecas blancas. Muy bonito, de corte francés alto, dejaba ver muy bien mis piernas dado que llegaba hasta arriba de la cadera. Por atrás era atrevido pero no tanga, no se me clavaba tan evidentemente en el culo. Por enfrente, tenía un escote muy sensual, dejaba ver parte de los senos pero de manera discreta.
Acabé mi copa y me metía a dar un baño, estaba cansada; había sido un largo viernes y el vino ya me había relajado.
Al día siguiente desperté renovada. Había dormido como un ángel (que lo soy! Jiji). Pero algo me estaba dando malestar, sentía algunos cólicos. Raro pero se me había adelantado la regla por algunos días, la tenía prevista hasta mediados de la semana siguiente.
- No puede ser… me dije.
En fin, no había mucho que quejarse, se había adelantado y punto. Simplemente no iba a poder estar en la alberca como yo quisiera. Vaya apaga fiestas! Para mi fortuna, estos días del mes lo paso tranquilos y rápido. Las pastillas anticonceptivas que tomo y mis hormonas hacen que en un par de días todo esté listo.
Pasé al mall a comprar el regalo para mi papi, la loción utiliza ya por años y que tanto me gusta era una apuesta segura. Vaya que los hombres y más los padres son difíciles de regalar. En realidad era solo un detalle, yo sabía que iba a querer de regalo Roberto. No tardaba en mandarme mensaje o hablarme para pedirme que nos viéramos el domingo temprano antes de la fiesta.
Así lo hizo, no tardó en sonar mi celular…
- Güera, cómo estás? Ya lista para mañana?
- Si papito, no me lo perdería por nada, nos vemos a las 12.
- Si claro, pero quería ver si no podemos vernos un poco antes, me invitas un café en tu casa temprano? Cómo vez a las 9?, así me da tiempo de ir a bañarme al club.
- Papi, no se va a poder, no es el mejor momento del mes para mí. Lo siento, pero mañana te digo que sorpresa te tengo preparada para la semana. Te parece bien? No estas enojado?
- Claro que no, en absoluto. Entiendo. Pero la verdad si tenía muchas ganas.
- Perdón, en verdad. Te prometo la sorpresa que te tengo compensará con creces!
- Está bien, esperare la sorpresa, nos vemos mañana preciosa!
- Si papito, besos.
Vaya que lo conozco, sabía lo que quería. Pero ese no es el problema, cuál sorpresa? No tengo nada preparado! Mi cabeza se puso a mil revoluciones de nuevo, debía pensar algo. La emoción me invadió de nuevo, debía planear un encuentro especial con mi papi.
Llegó el Domingo, día de la reunión. Me dispuse a arreglarme, no quería llegar tarde. Saqué el conjunto de short y camisa elegidos el viernes. Acerqué las zapatillas favoritas de mi papito. Regadera o tina? No había mucho que pensar, tina por supuesto. Abrí la llave para llenarla de agua caliente. Me desnudé en el baño frente al espejo. Miré mi cuerpo dando vuelta para ver todos los perfiles, cerrando los ojos imaginaba que en esos momentos Roberto hubiera estado ahí. Recorrió mi ser un escalofrió intenso. Me senté en el borde de la tina y acaricie mis senos. Sentía un leve dolor por la regla y otro poco por la excitación. Mi pezones de inmediato reaccionaron y se pusieron duritos. Instintivamente, baje mi mano y comencé a acariciar mi puchita. Me estaba haciendo un dedito delicioso pensando en mi papi. Rápidamente mi clítoris sitió el estímulo y se asomó para recibir más. Mis dedos pasaban de arriba abajo por todo mi sexo. El sonido del agua cayendo me volvió a la realidad, cerré la llave y me metí en la tina. Me di un delicioso baño, poniendo especial atención en mi conchita y mi cola. Las imágenes de otros encuentros con Roberto y el masaje me tenían encantada. No llegué al orgasmo pero vaya que lo disfruté.
Salí de la tina, tomé la crema humectante y la esparcí por todo mi cuerpo. No perdono mi baño diario de crema. La pase con mis manos por cada rincón. Mis pies, los tobillos y pantorrillas, subiendo a mis muslos. Una buena cantidad en las nalgas, donde todavía pase un par de veces mi dedo sobre mi colita. Mi vientre y mis tetas. Cuido mucho mi piel, me ha dado muy buenos resultados, jaja.
Del cajón de lencería busco el conjunto ideal. Uno con algo de color, que me haga sentir festiva. Elijo uno de color rosa pálido. El brassiere es de media copa, de tela transparente y rematado con un encaje en el borde. La tanga hace juego igualmente, con el triangulo frontal transparente rematado con encaje y un coqueto moñito en la parte de atrás.
Y de pronto regresaba la incómoda situación…
- No puedo correr riesgo de mancharme y no voy a usar una toalla gigante… me dije.
Saqué un tampón del cajón, lo abrí y separando mis piernas, lo introduje lentamente por mi vagina. No lo negaré, sentí delicioso cuando metí el aplicador. En verdad estaba caliente y excitada. Me entró con gran facilidad por lo lubricada que estaba.
Me puse la tanga ajustándola bien subiéndola por los lados. Después mi brassiere, acomodando gentilmente mi bubis. La media copa prácticamente dejaba la mitad de mis pezones fuera del mismo. Mire al espejo para aprobar el conjunto, estaba divino! Luego el short y la camisa. Las zapatillas y listo. Una nueva revisión, el espejo no miente. Me miraba increíblemente sensual, muy sexy. Mis piernas se veían fabulosas sobre esos tacones. Pero había algo raro. Era la blusa… necesitaba abrir el botón que estaba justo sobre mis senos. Perfecto, todo tomó su lugar. La abertura de la camisa deja ver disimuladamente mi brassiere. Sensual y hermosa!
Maquillaje y peinado apresurado, no quería llegar tarde. Mi padre siempre ha sido muy puntual. Tomé camino en mi auto para llegar a tiempo.
Al llegar a su casa, me encontré también con Alberto, mi hermano y su esposa.
- Si nos ponemos de acuerdo no llegamos iguales!, les dije.
- Hola, que guapa hermanita!, dijo Alberto.
Nos saludamos mientras Javi nos abría la puerta.
Todo se iba en saludos, besos y abrazos. Tenía tiempo que no nos juntábamos todos. Javi muy gustoso de verme me abrazaba tratando de sentir mis senos en su pecho y devorándome con los ojos. Vi como se detuvo un segundo en mis zapatillas, pies y piernas. Después cruzo de nuevo mirada conmigo, respondiendo yo con un guiño de aprobación.
Pasamos hasta la parte de atrás, donde está el jardín y la alberca. Ahí esperaban ya mi padres.
- Hola güera! Que bueno que llegaste! Dijo mi padre.
Me acerque para darle un gran beso y abrazo, para felicitarlo por su día…
- Felicidades papito! Cómo está el papi más guapo del mundo?, le dije.
- Muy bien y muy contento, muchas gracias preciosa!, exclamó al tiempo que lo abrazaba, para en susurro decirme al oído…
- Que lindas zapatillas, te ves deliciosa mi amor!
Entre risas seguía el abrazo, vaya que abrazo. Uff! Me había hecho estremecer.
Me dirigí a mi madre, saludándola efusivamente. Estaba muy bien arreglada, con un traje de baño más escotado de lo que usa habitualmente y un pareo a la cintura. No lo niego se veía muy bien, seguramente sabiendo que esa noche iba a darle gusto a mi papito.
De inmediato nos acercamos al bar, comenzaron a servir algunas bebidas. Yo pedí una copa de vino blanco. El calorcito estaba adhoc para un vino helado. Comenzamos a platicar, de esto y de aquello. Nada trascendente. Mucho haciendo caso del crío de mi hermano Alberto, el cual no llegaba al año de nacido. Mi cuñada era la que no tenía mucha cara de gusto de verme. Es una mujer guapa, atractiva; pero en cuanto se embarazó y tuvo a mi sobrino, se convirtió en una madre abnegada. Dando paso a la monja que lleva dentro. Me barría de arriba abajo una y otra vez. Sentía su mirada de envidia, lo cual me daba mucha risa. Mis tres hombres estaban gustosos de verme así y eso era lo único que me importaba.
La reunión iba de maravilla. Todos se metieron a la alberca excepto mi cuñada y yo. Ella con el pretexto de cuidar al bebé y yo pues no me sentía muy cómoda, por lo que solo me tumbe en un camastro a un lado. Eso si, dando una buena muestra de mis piernas. Las doblaba, las subía, las cruzaba a uno y otro lado; todo para que mi papi se diera un buen taco de ojo de su nena, calzando las zapatillas que tanto le excitaban.
Después de comer, llegaba la hora del pastel y de los regalos. Alberto le entregó a mi papá una cajita con un reloj digital, era algo que ya habían platicado antes. Mi madre le entregó una nueva cartera. Javi no hizo nada, argumentando que no tenía dinero, pobre! Llegó mi turno, de nuevo le di un efusivo abrazo; tal vez un poco más efusivo y prolongado debido a las copitas de vino blanco. Le entregué su loción, misma que me agradeció con un tierno beso que por error estuvo junto la comisura de nuestros labios.
Continuará...
Besitos
Dra. Tentación
Fotos: inthecrack.com
Imágenes solo de carácter ilustrativo y propiedad de sus creadores originales.















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