Buenas notas, buenas recompensas Ivonne siempre fue una mujer bellísima; hija de una familia de clase media alta, desde niña trabajo en comerciales de televisión y en algunas campañas publicitarias de productos para niños. Cuando creció hizo estudios de modelaje, y ya de adolescente se destacaba como una teen-model y edecán muy exitosa y solicitada. Incluso incursionó en la actuación con un personaje breve en una serie juvenil de televisión. El caso es que mi hermana decidió alejarse de ese mundo y dedicarse a la publicidad y mercadotecnia. Mi hermana renunció a su gratificante, bien remunerada y algo alocada vida como edecán y modelo para dedicarse a su carrera. Cuando ocurrió lo que voy a relatarles, Ivonne tenía 37 años y yo tenia 18 años. Aunque mi hermana tenia 37 en realidad aparentaba mucho menos; las personas cuando la conocían juraban que no tenía más de 30 años de edad, y se sorprendían muchísimo cuando ella (sin prejuicio alguno) les decía que tenía 37, y simplem...